El 26 de octubre de 1985 lo que pagábamos en España por la luz hoy nos parecería más propio de una historia de ciencia ficción. El usuario medio pagaba entonces 25,41 euros al mes. En 1995, por el mismo consumo que diez años antes se pagaban 49,53 euros al mes, un 95% más. Los tarifazos aprobados durante los gobiernos de Felipe González se vieron agravados con la creación del IVA en 1986 y el impuesto sobre la electricidad en 1998.
En los ocho años de gobierno de Aznar ocurrió justo lo contrario. Desde que alcanzó el poder hasta 2001 bajó las tarifas eléctricas hasta en cinco ocasiones -se actualizaban anualmente-, el año después las mantuvo congeladas y los dos siguientes aprobó pequeñas subidas prácticamente imperceptibles para los consumidores finales. Cuando salió del Gobierno en 2004, el recibo mensual del usuario medio estaba en 44,11 euros, un 11% más barato que cuando llegó.
La utilizada por el primer presidente del PP fue la fórmula perfecta cuando se quiere convencer a los ciudadanos de las ventajas que tiene malvender las empresas públicas y liberalizar sectores estratégicos para la economía de un país. José María Aznar aplicó bajadas en la electricidad porque impuso a las compañías que durante los primeros años de la liberalización tendrían que cortarse un poco al fijar los precios a cambio de indemnizaciones de hasta 12.000 millones de euros por los supuestos costes que les supondría su transición a la competencia (los denominados CTCs). Indemnización que más tarde se demostró que se hinchó en 3.600 millones de euros por lo menos, pero que los siguientes gobiernos rehusaron reclamar a las eléctricas que devolvieran.
El Déficit de Tarifa
Cuando las nuevas reglas del mercado que él mismo había impuesto dictaban que ya le tocaba subir las tarifas a los consumidores, Aznar optó primero por no hacerlo y después por aplicar incrementos muy por debajo de lo que correspondía. Mientras Iberdrola y Endesa se beneficiaban de su situación de dominio en un oscuro mercado mayorista que les permitía subir los precios a su antojo, el Gobierno del PP hacía como que no se enteraba. Así nació el conocido como déficit de tarifa: consumidores pagaban precios muy por debajo de los que resultaban de las subastas en el mercado de la generación eléctrica, contrayendo una deuda con las compañías que tarde o temprano tendrían que saldar. Fue uno de los trucos que, para camuflar la inflación, utilizó Rodrigo Rato, autor del milagro económico que sembró la semilla de la crisis en España.
Pero el déficit de tarifa fue tan solo uno de los muchos problemas que tendrían que asumir los siguientes gobiernos y, sobre todo, los ciudadanos. Lamentablemente, en lugar de cuestionar las liberalizaciones trampa aprobadas por los anteriores gobiernos del PP, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero decidió poner el piloto automático aprovechando los engañosos vientos de bonanza económica que soplaban al asumir la Presidencia del Gobierno.
Cuando estos vientos cambiaron las tornas y se convirtieron en huracanes, ZP se negó a reconocerlos. Y mientras arrasaban con la economía de millones de ciudadanos, dejándolos sin empleo y provocando que los bancos echaran a muchos de ellos de sus viviendas, la única puerta que les importaba a algunos de nuestros gobernantes era la que les llevaría a los consejos de administración de las empresas que “dirigían” la política económica del país.
El presidente socialista tampoco quiso cuestionar el déficit de tarifa y optó por no realizar la necesaria auditoría a las energéticas para evaluar cuáles eran los costes reales de la generación eléctrica. Así que los consumidores hemos tenido que indemnizar a las grandes eléctricas con decenas de miles de millones de euros porque había que creerse lo carísimo que les estaba suponiendo producir la energía. Zapatero tampoco quiso reclamar al oligopolio eléctrico que nos devolviera los miles de millones que les pagamos de más por los costes de transición a la competencia. Lo malo es que tras Zapatero, Rajoy haría como que la cosa tampoco iba con él.
Y el recibo de la luz sigue subiendo
En 2005, un año después del regreso del PSOE al poder, el usuario medio pagaba 44,88 euros al mes por su recibo de la luz, un 9% menos que en 1995. Cuando se acercaban las elecciones generales de noviembre de 2011, Zapatero intentó poner un parche a las grandísimas subidas de la luz que había aprobado durante sus dos legislaturas y decidió no aplicar los incrementos que ordenaba el mercado mayorista. Pero después de que su número dos, Alfredo Pérez Rubalcaba, perdiese las elecciones frente a Rajoy, el Tribunal Supremo dictaminó que el Gobierno socialista se había saltado la legislación eléctrica al no repercutir a los consumidores la subida impuesta por el mercado mayorista de la generación. Al final, tuvimos que pagar enormes recargos en tres recibos para compensar a las eléctricas.
Durante los dos gobiernos de ZP la luz subió y subió y subió… hasta un 78%. Parte se debió a la herencia recibida de Aznar: el renombrado déficit de tarifa. Pero los tarifazos eran sólo una de las perversas consecuencias del modelo por el que tanto el PP como el PSOE han optado. Y es que lo que hizo el presidente socialista no fue más que continuar una hoja de ruta iniciada en España antes de que gobernase el PP, durante la etapa de González.
Pero González, Aznar, Zapatero y Rajoy han cumplido a la perfección el papel que tenían que desempeñar bajo eslóganes engañosos como libertad, calidad y competencia:
- Desmantelamiento de lo público para expoliarlo desde lo privado.
- Recorte tanto de obligaciones para las empresas como de derechos para los consumidores.
- Falta de controles que permiten que los fraudes sean masivos y salgan casi siempre gratis a quienes los cometen.
- Eliminación de la capacidad de los gobiernos de fijar los precios o ponerles límites.
El problema lejos de solucionarse, se agrava
Si tomamos como referencia la media de los precios aplicados durante los primeros meses de 2015 el usuario medio pagó 76,97 euros al mes. Al echar la vista atrás diez años, la subida supone el 72%. En veinte años, el 55%, y en tres décadas, el 203%.
Con el Gobierno de Rajoy los problemas derivados de la carestía de la luz se han agravado. En plena crisis económica, cientos de miles de familias sufren cortes por impago o se privan de poner la calefacción en invierno. Mientras, el presidente de Iberdrola, José Ignacio Sánchez Galán, gana 44.000 euros al día, cantidad equivalente a las facturas eléctricas de 17.000 familias.
Para colmo, desde finales de 2015 los usuarios que tenemos contadores cuyos consumos son registrados por las eléctricas en tiempo real a través de internet, pagamos por la energía que consumimos un precio que varía por horas. Así que la tarifa semi-regulada ya no se publica en el BOE y las eléctricas no nos envían información sobre sus precios.
Si queremos saber cuáles son las veinticuatro tarifas que nos aplicarán mañana, tenemos que esperar a las 20.15 horas para actualicen la web: http://www.esios.ree.es/pvpc/.