Protege tu libertad

Protege tu libertad

27 octubre, 2020 0 Por Rubén Santaella

Todos en nuestra vida cotidiana estamos expuestos a diferentes riesgos: podemos tener un accidente, una enfermedad grave, causar daño sin querer a propiedad ajena, que tendremos que pagar. También podríamos faltarle a nuestros hijos – dejarlos completamente desamparados. En fin, hay muchos ejemplos de familias que han perdido todos sus bienes por no haber contado con la protección adecuada. Historias de terror que narran desde la pérdida de los ahorros ante una eventualidad, hasta la pérdida del hogar después de un terremoto o una inundación.

Sé que tú no quieres que suceda.

Hay dos formas de enfrentar estos riesgos:

  1. Los que son cotidianos o frecuentes, pero no severos, se pueden retener. Para esto existe el fondo para emergencias del cual ya hablé en el paso 3.
  2. Aquellos que sí podrían tener un impacto significativo, se pueden transferir. Para ello existen los seguros: son el mecanismo más eficiente.

Los seguros que necesitas

No se trata de gastar por gastar o de comprar seguros por montones. De hecho mucha gente se equivoca: compra seguros que no necesita y deja desprotegidos aspectos importantes de su patrimonio, como la casa.

La realidad es que todos tenemos distintas necesidades de aseguramiento. Pero en general, uno debe pensar en lo siguiente:

¿Cuál es tu activo más importante?

Tu capacidad de generar ingresos. Aunque los sistemas de seguridad social te cubren parcialmente la invalidez total y permanente, un seguro de vida con esta cobertura puede ser muy importante.

En segundo lugar – hablando de posesiones – es tu casa. Aún así muy poca gente la tiene asegurada – a pesar de que es relativamente barato hacerlo (en muchos casos proteger el hogar cuesta menos que el seguro del coche). Este seguro tiene coberturas importantes, como la responsabilidad civil familiar, que nos permite enfrentar daños que podamos causar a terceros – como a nuestros vecinos. O cobertura para catástrofes naturales – a pesar de vivir en una zona donde “nunca ha pasado nada”. No hay tragedia más grande que haber pagado un seguro que no nos cubría contra una tragedia.

El automóvil suele ser también un activo importante. Aunque sea viejo, por lo menos tenemos que tener contratada la cobertura de daños a terceros. Si no, nos podemos meter en un problema muy grande. Además de que en muchos países es obligatoria.

Si tienes hijos o dependientes económicos, el seguro de vida es una protección para ellos, les permite continuar su nivel de vida durante un tiempo, si les llegamos a faltar.

Finalmente, si acostumbras atenderte con médicos privados, como mucha gente hace ante la deficiente calidad de los sistemas de salud pública, en ese caso un buen seguro de gastos médicos – dependiendo e tus posibilidades – puede ser esencial.

No olvides la sucesión patrimonial

Otro aspecto fundamental para proteger tu patrimonio, es dejar en orden tu sucesión. Es decir: hacer un testamento.

Recuerda que cuando no dejas uno, son las autoridades (juez de lo familiar) las que se encargan de distribuir todos tus bienes de acuerdo a las leyes y procedimientos aplicables en tu estado. Es un proceso que toma mucho tiempo y que en la mayoría de los casos, implica gastos de abogados y conflictos entre los parientes. Es decir: pérdida de tiempo y dinero para tus seres queridos.

Un juicio de intestado puede durar varios años, favorecer el deterioro de los bienes en disputa y en esos casos, generar altísimos honorarios legales que podrían acabar, incluso, con todo lo que lograste construir tanto esfuerzo.

Por eso, planear tu sucesión es una responsabilidad ineludible si estás comprometida con el bienestar de tu familia. Hay varias formas de elaborar una sucesión patrimonial adecuada, dependiendo de cómo esté compuesto nuestro patrimonio. Las más comunes son:

  1. Un testamento, que es un documento personal, revocable y libre, por el cual una persona en plenas facultades dispone de sus bienes y derechos para después de su muerte. Es lo que necesita la mayoría de la gente y es muy fácil y barato.
  2. Un fideicomiso testamentario, contrato mediante el cual una persona entrega sus bienes a una institución fiduciaria, para que ésta los administre en vida (de acuerdo a nuestros deseos e instrucciones) y en caso de fallecimiento los distribuya y/o administre conforme a las instrucciones plasmadas en dicho fideicomiso. Tiene la gran ventaja de que no requiere realizar trámite sucesorio alguno.

Espero que hayas disfrutado este mini-curso con los seis pasos para alcanzar tu libertad financiera.

Te deseo mucho éxito en el camino y espero que cuentes conmigo para estar a tu lado.